Misión Rango Alto Kira Izuru
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Misión Rango Alto Kira Izuru
La tranquilidad, era como sentirse libre, ameno, dentro de ti mismo, escuchando tu alma, mientras descansabas de los agetreos de las misiones que podían llegar a ser molestas, pues a uno siempre le apetece descansar en su pequeño sofá, en el despacho de su escuadrón, mientras mira por la ventana el cielo azul y se adormece imaginando que es un pájaro volador que el viento arrastra suavemente.... pero como se dice, la tranquilidad es efímera, no tardo mucho en disiparse.....
Se posó en mi nariz una pequeña mariposa, un insecto volador que hablo con la voz del Capitán Comandante:
-Cometido urgente para el Capitán Izuru: Debe apresurarse hacia la Ciudad Karakura, Japón, en el Hospital de esta ciudad se han detectado siniestras anomalías de fuerzas espirituales, aprisa, ve alí y asegúrese de que la paz es devuelta en esta ciudad. Capitán Comandante.
Me levanté de un salto, rápidamente, eso no me lo esperaba, e rocé los ojos con las manos en un gesto rápido para esquivar la somnolencia, igualmente deprisa, recogí mi túnica blanca, mientras recorría los pasillos del escuadrón, utilizando un rápido shumpo, saltando por los tejados del Seiretei, hacia el Senkaimon, para dar paso a un sinfín de pensamientos mientras cruzaba la puerta hacia la ciudad en cuestión.
Se abrió ante mis ojos un tumulto de árboles, tierra pedregosa, lama, que salpicaba mis sandalias, mientras me enfriaba los pies al descubiuerto, llovía, las gotas caían afiladas en el bosque, me apresuré a dar con la posición de las diferentes focos de fuerza, no fue muy difícil, al Norte, un poco alejadom, se notaba un grupo de elvados poderes, con rapidez me dirigí al lugar en solitario mientras la lluvia deprimía el paisaje melancólico y oscuro del anochecer de un día peculiar en Karakura, aunque el final no residía aun en la mi mente, sino el principio.
Se posó en mi nariz una pequeña mariposa, un insecto volador que hablo con la voz del Capitán Comandante:
-Cometido urgente para el Capitán Izuru: Debe apresurarse hacia la Ciudad Karakura, Japón, en el Hospital de esta ciudad se han detectado siniestras anomalías de fuerzas espirituales, aprisa, ve alí y asegúrese de que la paz es devuelta en esta ciudad. Capitán Comandante.
Me levanté de un salto, rápidamente, eso no me lo esperaba, e rocé los ojos con las manos en un gesto rápido para esquivar la somnolencia, igualmente deprisa, recogí mi túnica blanca, mientras recorría los pasillos del escuadrón, utilizando un rápido shumpo, saltando por los tejados del Seiretei, hacia el Senkaimon, para dar paso a un sinfín de pensamientos mientras cruzaba la puerta hacia la ciudad en cuestión.
Se abrió ante mis ojos un tumulto de árboles, tierra pedregosa, lama, que salpicaba mis sandalias, mientras me enfriaba los pies al descubiuerto, llovía, las gotas caían afiladas en el bosque, me apresuré a dar con la posición de las diferentes focos de fuerza, no fue muy difícil, al Norte, un poco alejadom, se notaba un grupo de elvados poderes, con rapidez me dirigí al lugar en solitario mientras la lluvia deprimía el paisaje melancólico y oscuro del anochecer de un día peculiar en Karakura, aunque el final no residía aun en la mi mente, sino el principio.
Kira Izuru- Capitan 3° escuadron
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Localización : En un mundo muy lejano
Re: Misión Rango Alto Kira Izuru
Nadie diría que lo que fuese a encontrar fuera una situación semejante....
Me apresuré desde el bosque, hacia la zona residencial, una voz esquivados todos los obstáculos pertinentes, gente, vehículos, animales, fantasmas de poco monta....
Me vi observando un alto hospital, de unas veinte plantas quizás, de un color apagado al anochecer, la lluvia continuaba chorreando por mi túnica de taicho, mientras en mi mente, cada vez más fuertes, se notaban más de cinco fuerzas extrañas y desconocidas de momento.
De un largo salto, conseguí apoyarme en la parte superior del techo lluvioso del hospital, algo ondulado, en aquel momento, en la azotea que se situaba enfrente de mí, en el mismo hospital, contigua al tejado, pude ver lo que estaba pasando....
Un shinigami de pelo corto, bermejizo, se tambaleaba exausto por el suelo lluvioso, anonadado de agua, mientras, cinco míseros y macabros gillians junto con dos desgraciados adjuchas se situaban en un semicírculo irregular al rededor del angustiado shinigami que defendía dos pequeñas almas de un reiatsu elevado, que en un principio eran culpables de que aquellos seres allí permanecieran,
A toda velocidad me acerqué, sin contemplaciones, ayudé al shinigmai a incorporarse, para continuar la lucha a su lado.
-Escucha, tu protege a las almas, yo me encargo de esto, ¿podrás hacerlo?
-Sí señor.
Dijo el debilitado shinigami después de observar el atuendo de taicho, mientras se dirigía hacia aquelas almas, una de ellas era un muchacho de quizás diez o doce años, asustadizo y blanquecino, de unos ojos extraños y melancólicos, un cuerpo débil de apenas un metro y medio de altura, o menos, la otra alma, era otro muchacho, parecía su hermano mayor, que sujetaba en brazos al pequeño, mientras este lloraba, era fuerte, atlético, robusto, de casi dos metros, pero estaba asustado, en su pellejo yo también lo estaría, de momento se acercaban con paso lento hacia el shinigami, atribuyéndole cierta confianza.
Me apresuré desde el bosque, hacia la zona residencial, una voz esquivados todos los obstáculos pertinentes, gente, vehículos, animales, fantasmas de poco monta....
Me vi observando un alto hospital, de unas veinte plantas quizás, de un color apagado al anochecer, la lluvia continuaba chorreando por mi túnica de taicho, mientras en mi mente, cada vez más fuertes, se notaban más de cinco fuerzas extrañas y desconocidas de momento.
De un largo salto, conseguí apoyarme en la parte superior del techo lluvioso del hospital, algo ondulado, en aquel momento, en la azotea que se situaba enfrente de mí, en el mismo hospital, contigua al tejado, pude ver lo que estaba pasando....
Un shinigami de pelo corto, bermejizo, se tambaleaba exausto por el suelo lluvioso, anonadado de agua, mientras, cinco míseros y macabros gillians junto con dos desgraciados adjuchas se situaban en un semicírculo irregular al rededor del angustiado shinigami que defendía dos pequeñas almas de un reiatsu elevado, que en un principio eran culpables de que aquellos seres allí permanecieran,
A toda velocidad me acerqué, sin contemplaciones, ayudé al shinigmai a incorporarse, para continuar la lucha a su lado.
-Escucha, tu protege a las almas, yo me encargo de esto, ¿podrás hacerlo?
-Sí señor.
Dijo el debilitado shinigami después de observar el atuendo de taicho, mientras se dirigía hacia aquelas almas, una de ellas era un muchacho de quizás diez o doce años, asustadizo y blanquecino, de unos ojos extraños y melancólicos, un cuerpo débil de apenas un metro y medio de altura, o menos, la otra alma, era otro muchacho, parecía su hermano mayor, que sujetaba en brazos al pequeño, mientras este lloraba, era fuerte, atlético, robusto, de casi dos metros, pero estaba asustado, en su pellejo yo también lo estaría, de momento se acercaban con paso lento hacia el shinigami, atribuyéndole cierta confianza.
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