Habitacion de Haruto

Y ahí me encontraba... dormido en aquella cama, placidamente con mis ojos cerrados soñando cosas que hacía tiempo no soñaba, sangre corriendo ante mis ojos, los gritos de aquellos tipos que había matado despiadadamente para terminar siendo lo que soy, un Espada. No se que habrá sido, pero una briza recorrió mi cara y desperté, sin ningun sentimiento, bostezé y me senté en la cama mirando al frente.

- Al parecer estoy extrañando esos dias de gloria.... -Pensé mientras trataba de despertar bien. En eso, me salí de la cama, me paré y estiré mis brazos hacia arriba, ya había despertado del todo, una leve sonrisa evoca mi rostro. El sueño había sido muy realista, podía sentir la derrota de mis antiguos enemigos en mis manos. Comensé a caminar a mi vestibulo para elegir mi ropa, que era la de siempre, blanca. Me ponía la ropa y mientras lo hacía seguía pensando en ese sueño irremediablemente. Al terminar fui en busca de mi Zanpakutoh la cual estaba al lado de mi cama. Al tomarla me dieron ganas de cortar cabezas con ella, pero todavía no era el momento.

-Ya debo empesar a moverme...-Dije en voz baja mientras me sentaba en mi cama nuevamente mirando el piso.

Seguía en mis pensamientos, tranquilo y sereno pero todavía con ganas de asesinar, en ese momento asi de la nada alguien entra a mi habitacion con un reiatsu bastante elevado. La miré de arriba hacia abajo con cara de nada, frunciendo el ceño. Aquella chica era realmente hermoza, sin embargo mi personalidad me limitaba a demostrar mis sentimientos, no quería, no hiba a mis costumbres.

-Emmm... esto me confunde un poco... señorita. -Dije en un tono de respeto, mis modales como antiguo Frances estaban dandose a ver. En eso la miré a los ojos y suspiré.

-¿Que se le ofrece señorita?

Se limitó a hacer un par de ademanes con la diestra mientras pasaba y observaba con detenimiento cada rincón del lugar, el lugar estaba totalmente intacto, como si nunca estuviese ahí, bastante descuido de su parte.- Deja las formalidades para otra ocasión, entre nosotros no existe tal cosa...-Acentó lo suficiente las palabras tanto que resonaron en la habitación.

-. Vengo a recibirte como nuevo espada que eres...-No concluyó la frase pues de inmediato se fue a sentar en un excelente sillón de color brillante y físico mullido.

Al ver todo lo que hacía y decía comensé a reir tranquilamente, mientras colocaba mis manos en mi cama atras mio y me estiraba mirando como ella se sentaba en mi sillón. Mi mirada se tornaba relajada, había tenido visitas, hacia tiempo que no veía a alguien de los mios.

-Si dices que no existen las formalidades entre nosotros ... ¿Para que venir a darme la bienvenida? , como sea... gracias, ahora que lo mencionas, no conosco a ningun espada desde mi instancia, es como si siempre hubiera estado solo... -Dije aun sonriendo.

Entrecerró sus ojos con malicia mientras esbozaba una ligera sonrisa. Se acomodo lo suficiente como para poder articular palabra razonable-. ¿Quién dijo qué era una bienvenida?, es sólo un recibimiento, aunque pudo haber sido más interesante-. Su sonrisa se amplió aún más, mientras que cruzaba diestra y siniestra, sus yemas a penas haciendo contacto.- Tú te fijas los límites, si acaso participaras más sabrías las muchas criaturas al servicio de Aizen...He de suponer que sabes quien es, sino estás muy perdido-. Musitó entre dientes las últimas palabras. Se puso en pie y se encamino a la puerta, su estancia ahí ya había terminado, su visita nunca se debió a una bienvenida, sino a curiosidad del nuevo cargo de noveno espada.

-Creo que es lo mismo.... - Dije con los ojos cerrados y suspirando. Pude notar en la chica algo de.... no se, no sabría explicarlo, y eso era algo que a mi me estremecía por dentro, ¿Como era posible que no pudiera sentir lo que ella sentía?.... extraño, en eso la chica dice un nombre, "Aizen".

-Quisas es por eso, no participo, y es por la simple razon de que... me da pereza... y ese tipo del que hablas... no, no lo conosco. Al parecer me perdí de todo... -Dije con una sonrisa media malevola mientras me paraba de aquella cama mientras me acercaba a la chica caminando lentamente.

-Oh vamos... ¿Ya te vas? - En eso puse mis dedos en su menton y levante su rostro para verlas a los ojos, con un toque de elegancia. -Si te quedaras, me podrias hablar sobre de lo que no se... por ejemplo... quien es ese Aizen, y quienes son los que estan al servicio de aquel aparte de yo, ... que extraño servirle a alguien que ni uno conoce.... -Al decir esto, el ambiente comensó a bajar de temperatura gradualmente, comensando a sentirse el leve frio mientras que mis ojos azules brillaban tenuemente.

Quizá era por llevarle la mera contra el que decía todo aquello, lo cual le resultaba, en el interior, algo gracioso. Le comprendía vagamente, nadie con un poco de sentido común y raciocinio desearía servir en su totalidad a un ser tan mezquino y primitivo, para él todo estaba muy por debajo y poco valía la pena, absurdo, los arrancar sólo eran empleados como armas de guerra y luego de que ya no sirvieran era desechados sin más, triste vida ¿No?, pero muy en su fondo ella no se sentía un arrancar completo, sino uno incompleto, como si alguna vez hubiese sido "algo más". Guardó silencio ante sus palabras, no tenía nada que recriminar, tal vez aplaudir, contados decían eso de aquél sujeto.

Poco falto para salir de la habitación del joven espada, cuando le tomó por sorpresa tan repentina acción. Ambas miradas se cruzaron, la de Channel, especialmente emitiendo una fugaz chispa de interés sobre su interlocutor, sus suaves manos y esa calidez, que a ella un día se le extinguió la pasmaron por escasos segundos-. ¿En verdad te interesa?-. Exclamó provocativamente; arqueando la ceja izquierda. Un clima abordó la habitación, débilmente frío, interesante para ella pues pocas veces experimentaba con eventualidades así.

La chica al preguntarme aquello , cerré los ojos y evoqué una leve sonrisa, retirando levemente mi mano de su menton para colocarla en mis cabellos y echarmelos para atras mientras seguía mirandola. Mi personalidad fria de alguna manera se estaba contrarestando, y es que anteriormente mi frialdad hacia que ningun sentimiento se mostrara, hasta ahora, no sabía que me pasaba , aquella chica, me había interesado bastante, y cuando hablamos de bastante, era mucho. El ambiente había recobrado su temperatura normal, en eso suspiré.

-Por algo te lo estoy pidiendo ¿no?... me interesa, pero más me interesa... escucharlo de ti... y no de otra persona...

Luego de decir aquello, miré hacia el techo, y sin mirarla cerré los ojos lentamente.

-¿Quienes somos? ¿Y cual es nuestro objetivo? ... cosas que se me pasan por la mente... y me estremecen...

Retrocedió un paso, el clima comenzaba a sentarle bien, pese a que eran opuestos elementalmente, pero dicen, los polos opuestos se atraen, ciertamente. El "niño" era algo retador, parecía haberse encontrado, finalmente, con la horma de su zapato. Se giro al menos tres cuartos, le faltaba por mirar la habitación que resultaba bastante espaciosa y cómoda.- Somos, no somos nada ni nadie, sólo hasta que tú lo decidas, objetivo, destruir...-. Seca, como casi siempre y con un tono de firmeza imponente. Se fue a depositar en el marco de una ventana, observando por el cristal el basto desierto de las noches, uno de sus mejores confidentes en aquel lecho sombrío.

-No somos nada... solo destruimos... vaya, que filosofia tan interesante... y aceptable despues de todo desde un principio nos dedicamos a eso.... -Dicho esto me acerqué a la misma ventana en la cual la chica se había acercado a mirar el Desierto, desde donde se podía ver a los hollows comerse entre si... era un espectaculo tan normal para mi y quisas para ella tambien.

-No tengo necesidad de ser alguien todavia.... -Al decir esto, alzé mi dedo indice y de la yema de mi dedo se comensó a formar una flor de hielo, perfectamente hecha, cada detalle estaba marcado.

-Toma... -Dicho esto extendí mi mano con la flor para pasarsela a la chica. En eso cerré los ojos y susurré unas palabras.

-Hishikawa Haruto... novena espada -Abrí un poco mis ojos para poder ver su rostro, sus ojos. Desde hace mucho había sentido que yo no era nadie... y mi frialdad era la unica que me acompañaba.

-¿Su nombre señorita?

Cerró los ojos y movió el cuello de un lado a otro, tronándolo y mirando tan acogedor espectáculo, bueno aquéllo ya no era ni eso, común, demasiado. Seguía en silencio ante sus palabras. Volteó de reojo a verle, y que sorpresa, en su dedo se formaba una bellísima flor de hielo, a detalle y bien cuidada. Extendió la mano y tomó la gélida flor, extraño, nunca antes se había portado tan compasiva con alguien. La apretó con fuerza, tenía ganas de fusionarla con su abrasante calor, pero el obsequio era muy lindo como para hacerlo, ya abría tiempo de demostrar lo que sabía hacer.

-.Gracias...-. Exclamó con suavidad y esbozó una media sonrisa a discreción-. Séptima espada...Rosencroitz Channel-. De nueva cuenta se encontró con sus celestes orbes, y por breves instantes se perdió, pero volvió al instante, guardaba cierto recelo a tener algún sentimiento, y comenzaba a preocuparle dicha situación.- ¿Qué más sabes hacer?-. Inquirió con curiosidad.

Había aceptado el regalo, aquello me hacía sonreir, mirando como apretaba la flor de hielo. En eso sentí que me observaba, lo presentía... y yo también lo hacía al aprecer sin darme cuenta, observandola, cada detalle de su ser. Me causaba demasiada curiosidad.

-Para servirle Channel Rosencroitz -Dije luego de que ella diera las gracias.

-¿Que más se hacer? bueno... como todo arrancar se blandir una espada, una cosa bastante común, puedo hacer cosas con mi hielo y la nieve. En eso me acerqué a la muchacha y posé mi mano en su frente pasando esta suavementepor abajo llegando a la mejilla de ella haciendo que mis dedos se enfriaran un poco para luego pasar mi mano por sus cabellos a nivel de la oreja.

-Tambien manejo el frio, como lo puedes sentir en este momento... -Al terminar de hablar posé mi mano en su mejilla nuevamente y con sonrisa leve me dispuse a preguntar.

-Y usted ... ¿que sabe hacer?

Se volvió completamente, dándole la cara al cristal, ocultando de esa manera una casi amplia sonrisa. Le miro de reojo y giro su torso a él. Vio venir su pálida mano. Pausa. Se quedó quieta, como presa de los "nervios". Su mano yacía sobre su rostro, emitiendo un frescor peculiar que se lograba convertir en frío, dejose un rastro de escarcha en mejilla, cuello y cabello. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero lo disimulo bastante bien. Frunció ligeramente el ceño y sacó una sonrisilla. Su energía se torno en calor, calor que derritió el débil rastro. Alzó igualmente su mano y la colocó encima de la suya-. Yo...yo sé hacer muchas cosas, pero mí especialidad es dar calidez-. Calidez que podía convertirse en fuego. Su mano aún sobre la de él. Comenzó a tibiarla. La separó rápidamente, no quería quemarle, al hacerlo pasó sus dedos frente a sus ojos y los tronó, consiguiendo una pequeña flama-. Interesante-. Pensó. Hielo y fuego, perfectos elementales.

Seguía teniendo mi mano en su rostro, en eso veo que la escarcha que quedaba en su rostro había desaparecido, algo que me llamó bastante la atencion y me hiso abrir un poco mis ojos. En eso ella alza su mano y la posa en la mia, me quedé mirando lo que hacía, de pronto comensé a sentir una temperatura tibia en mi mano, y no era yo, era ella, la que al parecer tenía tecnicas particulares con el calor. Al notar eso sonreí. Ella separó su mano, deducí que ella podía hacerme algo peor que tan solo entibiar mis manos. Al ver la llama que salía de sus dedos, mi mente se despejó, era fuego, esa era la razón, eso me hiso sonreir.

-Vaya... fuego, interesante, mi opuesto - Dije aun con la sonrisa. -Channel... usted cada vez más me impresiona... -Dicho esto bolitas de nieve diminutas salieron de mis manos enfriandolas, y al enfriarme lo suficiente, suspiré aliviado , en eso me di la vuelta y caminé hacia mi cama que quedaba cerca de la ventana y me senté despacio en ella, como si me tomara el tiempo en hacer aquella acción, al estar sentado, solamente me limité a colocar mi mano en mi menton y quedarme mirando a la chica arrancar aun con mi sonrisa.

Una verdadera pirómana, si gustaba podía hacer arder el lugar como el mismísimo infierno, pero él estaba ahí, por ahora era el único ser que lograba detener su "euforia" y demás. La flama se esfumó.- Puedo decir lo mismo de ti, Haruto-. Le dedicó entonces una sonrisa para luego verle generar unas esferillas de nieve, curiosas. Ahora se alejaba, rumbo a su cama, seguro estaba algo agotado o pretendía que Channel le acompañase. Se quedó ahí, de pie, mirándole y ella vagamente pensando.

En eso su mirada se desvió al adorno central, una chimenea. Sobre la misma comenzó a crepitar la leña, aparecía fuego y este iba adquiriendo forma, mariposas que luego se desvanecieron en un hilillo de humo. Ocio y algo de demostración de sus habilidades le hicieron realizar dicha escena, que, hubiese querido llevar a su anfitrión-. ¿Algo más qué decir?...-Cuestionó en un tono sobrio y un tanto bajo.

Sentado me encontraba... hubo un lapso de tiempo en el cual mi mente se habia ido de ese lugar, y me encontraba en ese lugar al cual yo odiaba, el bosque menos, recordando tiempos en los cuales tuve que soportar el aburrimiento pleno, los otros Menos molestando, teniendo que matarlos uno por uno. En eso un rostro conocido apareció delante de mi... mi padrastro, su cara me causaba odio... furia. En eso, volví en mi , y la vi a ella delante , ella estaba haciendo algo, con tan solo mirar la chimenea podía hacer aparecer mariposas que se desvanecian al instante. La escuché preguntar si quería decir alguna otra cosa. En eso me paré y caminé hacia ella sonriendo.

-Ahora que lo dices..... -Al llegar hasta donde ella posé mi mano en su mejilla. -Me dieron ganas de salir de mi habitación, no se... a conocer este lugar tan... como te dijera.. monotono... ¿Que dices, salgamos a un lado? -Dicho esto acaricié suavemente su rostro, mirandola fijamente a los ojos. -En una de esas... podré conocer a ese tal Aizen... aunque... no es mi mayor prioridad....

Por vez primera la obstinada espada tenía que aceptar que su corazón comenzaba a avivarse, a sentirlo. Siempre, o al menos lo que recuerda, había estado sin dar señal de vida, que horror, aunque no era nada grave, por ahora. Miraba fijamente las cenizas de la chimenea, hasta que fue sorprendida por el blanco arrancar, su fría mano, nuevamente sobre su rostro, ¿Un bonachón?, puede ser, pero a manera eso le agradaba, sin hacerlo notar demasiado-. Adelante, puedo ser tú guía de turista-. Concluyó guiñándole un ojo y haciendo un ademán en señal de que le siguiera-. Dudo mucho que lo conozcas en estos momentos, pero podemos visitar...-Pauso un momento, ¿Qué podían visitar?, era todo tan gris por esos lares, que pena daba vivir ahí y cualquiera moría instantáneamente de un profundo aburrimiento-. El desierto o cualquier otro lugar, tal vez Karakura, ahí al menos hay buenos lugares-. Se abrió paso hacía la puerta a paso lento y esperando a que le siguiera.

La chica habia aceptado mi propuesta, algo que me hiso sonreir y sentir aquello que supuestamente se encontraba perdido de hace mucho por mi naturaleza hollow, sin embargó razoné... yo alguna vez fui humano, algo tendría que quedar, detras de mi frialdad y mi maldad algo tendria que estar escondido, y al parecer, sin darme cuenta eso había despertado. Ella fue hacia la puerta dando algunas posibilidades de trayectos a seguir.

-Da igual donde vayamos, si es que voy contigo, no me aburrire tenlo por seguro, sin embargo hay algo que... me llama la atencion , "Karakura" ¿Que es eso?, nunca e escuchado hablar de aquello... ¿Vamos alla?

En eso me acerqué a ella y posé mi mano sobre su hombro aun evocando esa leve sonrisa.

De pie. Con la diestra sobre el marco de la puerta y la cabeza ligeramente inclinada y a tres cuartos, mirándole por el rabillo del ojo. Una media sonrisa se dibujo en su rostro ante las palabras del joven espada-. Karakura es la ciudad de los humanos, hay que ir a algún parque, ¿Te apetece?.- Inquirió mientras salía por la puerta principal de la habitación.

-Me encantaria... señorita -Dicho esto suspiré y comensé a caminar hasta al lado de ella. Saqué mi mano de mi bolsillo y alzé mi dedo indice, para luego hacer un leve toque a la nada misma, enfrente mio, en eso una garganta se abrió rapidamente. Karakura... una ciudad con humanos, hacía tiempo que no había visto a uno, en su naturaleza misma, porque aunque nosotros los arrancars tuvieramos forma humana, nuestros instintos eran los de un hollow.

En eso miré a la chica aun con esa sonrisa y posando mi mano sobre su suave mejilla , le hablé con sutilesa.

-Las Damas primero.... -Aun con mi mano que en ese momento no estaba tan fria, sabía que por su naturaleza ardiente, no le gustaba mucho el frio, pero aun asi dejaba un poco de escarcha en ella... dejando una parte de mi.